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Efecto dominó: las huellas de la primera infancia en la educación media chilena

septiembre 12, 2025

Deserción escolar, bajo rendimiento lector y dificultades socioemocionales son síntomas persistentes en la enseñanza media chilena. Diversos estudios muestran que muchas de estas problemáticas no nacen en la adolescencia, sino en los primeros años de vida, cuando la estimulación temprana es clave para el desarrollo cognitivo, socioemocional y la garantía de derechos fundamentales.

 

Síntomas con raíces profundas

La enseñanza media en Chile, que abarca entre los 14 y 18 años, enfrenta desafíos estructurales que van más allá del aula. Rebeldía, apatía, conductas temerarias y abandono escolar son expresiones visibles de un malestar juvenil que, en muchos casos, tiene su origen en carencias de la infancia.

El informe Radiografía de la Educación Media de la Agencia de Calidad de la Educación (2023) revela que los estudiantes presentan bajos niveles de persistencia frente a los desafíos académicos y brechas significativas en habilidades socioemocionales como la autorregulación, la empatía y el sentido de pertenencia escolar. Estas dificultades no surgen de manera espontánea: responden a trayectorias marcadas por falta de acompañamiento afectivo y estimulación adecuada en los primeros años de vida.

El origen silencioso: la primera infancia

La neurociencia ha demostrado que los primeros años son críticos para el desarrollo cerebral. Según Neurociencia en la Educación Parvularia de Educarchile, la plasticidad neuronal permite que experiencias como el juego, el lenguaje y el afecto moldeen capacidades cognitivas y socioemocionales decisivas en la adolescencia.

Desde el Programa de Integración Escolar del Liceo Pablo Neruda, la profesora de educación diferencial, Mención Trastornos del Aprendizaje., María Soledad Chiguay comenta que “cuando vemos estudiantes con dificultades de comprensión, baja tolerancia a la frustración o escasa autorregulación emocional, sabemos que no son problemas que aparecen ahora. Son señales de un desarrollo temprano que no fue acompañado como debía. Pero eso no significa que sea tarde: aún podemos intervenir, reparar y construir nuevas trayectorias.”

Esta perspectiva evidencia que muchas dificultades académicas y socioemocionales tienen raíces profundas en la infancia, pero que la intervención oportuna sigue siendo posible para transformar aprendizajes y relaciones en la escuela media.

Brechas que se arrastran hasta el liceo

Las carencias en lenguaje, comprensión lectora y desarrollo socioemocional que se originan en la infancia se reflejan años después en la enseñanza media. Problemas de aprendizaje, conflictos de convivencia e incluso deserción escolar son manifestaciones de trayectorias que comenzaron antes de llegar al liceo.

La encargada de Convivencia Educativa del Liceo Pablo Neruda, Viviana Contreras, advierte que “muchos de los conflictos que enfrentamos en enseñanza media no nacen aquí. Son el resultado de años sin acompañamiento emocional, sin espacios seguros y sin adultos que modelen vínculos sanos.”

Estos testimonios subrayan que garantizar los derechos del niño —desarrollo integral, educación de calidad y protección socioemocional— desde los primeros años es fundamental para reducir brechas y mejorar la convivencia escolar.

Iniciativas que requieren fortalecimiento

Chile cuenta con políticas clave como el internacionalmente conocido Chile Crece Contigo, renombrado como Chile Crece Más, que articula salud, educación inicial y apoyo familiar desde la gestación, así como jardines infantiles públicos con metodologías basadas en el juego, vínculo afectivo y neurociencia.

Sin embargo, su impacto depende de que sean reconocidas como inversión estructural, con financiamiento estable y visión de largo plazo. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) advierte que consolidar estas políticas como permanentes es clave para evitar que queden sujetas a ciclos políticos o presupuestarios.

Invertir en el inicio para transformar el final

La educación media no puede seguir enfrentando sola las consecuencias de un sistema que descuida los primeros años de vida. Garantizar la estimulación temprana, el acompañamiento afectivo y el acceso a programas de calidad no solo protege derechos fundamentales de la infancia, sino que también mejora el rendimiento académico, la convivencia escolar y la inclusión social.

Invertir en la primera infancia es invertir en toda la trayectoria escolar y en un Chile con jóvenes motivados, resilientes y capaces de enfrentar los desafíos de la vida.

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